Este asueto del descanso de primavera o para los cristianos, de “Semana Santa”, el pueblo dominicano lo recordará como el más represivo en los últimos cinco años y por parte de una policía, que en la mayoría de los casos actuaba brutalmente contra la ciudadanía.
Con el consentimiento del presidente Luis Abinader, quien está obsesionado por la tragedia de Jet Set y de la que tanta culpa personal e institucional le cabe, más de 25 mil efectivos policiales se lanzaron a las calles, no en plan preventivo y de seguridad a favor de los ciudadanos, sino de bestial política represiva de estado de sitio y toque de queda combinados y que solo en un país en el que la mayoría de su gente se ha acobardado gracias a la corrupción política oficial y la administrativa de los grupos económicos y financieros, se comporta más como esclavos, que como ciudadanos libres en un estado de derecho.
Para colmos, la corruptora y corrupta alta burguesía y refrendada por senadores y diputados pertenecientes a su circulo “social”, demostraron con sus comportamientos libidinosos y de pura borrachera y prácticas de amor libre en sus centros vacacionales, que esta nación vive dentro de una horrenda condición clasista, por la cual, ciudadano que no tiene dinero, que no es rico o que no se prostituye o que no es jefe político o “líder de opinión”, no es aceptado por “la sociedad” y mucho menos es impulsado por los medios de comunicación y de información de masas pertenecientes a los delincuentes barones mediáticos, al tiempo que es acosado con desinformación a gran escala por los llamados influenciadores en los lupanares mediáticos que hay a tres por cheles en las redes sociales.
Las bochornosas muestras de desenfreno sexual y de ingesta de alcohol que se dio en Punta Cana, Casa de Campo, Cap Cana y Bávaro y más al norte en Las Terrenas y Samaná, donde a la población joven se le permitió participar para que justificara el desenfreno que se vivió, fue de una dimensión tan bochornosa, que quien estuvo allí, pudo notar que este país y mucha de su gente se han convertido en esclavos de los sentidos, la droga y el desenfreno más vil.
Mientras ese desastre social sucedía, el verdadero dominicano, el de los barrios de las ciudades y el de clase media baja, sufría en carne propia la represión policial y también de elementos militares corrompidos hasta los tuétanos.
Hoy, se supone que quienes han estado en el interior de la nación, saldrán de su desenfreno y retornarán a las ciudades y en especifico al Gran Santo Domingo y la Capital de la República, pero acosados por un aparato policial motorizado que regula el tránsito y no dejando que nadie se desplace a velocidad moderada y sí a una menor de 60 kilómetros hora y a lo que el gobierno llama, “control de tránsito”. Otra infamia más.
Desde mañana se volverá a la infame manipulación mediática y al funcionamiento de la maquinaria propagandística oficial y la complicidad opositora con un gobierno de botarates y de gentuza amoral, en tanto para toda la nación, las prohibiciones de este feriado que ya termina, cesarán y todos los ciudadanos podrán hacer lo que le s venga en ganas, violentar leyes y ser libres para que los sentidos los dominen, mientras en el gobierno, la corrupción y el abuso de poder volverán a ser la constante de cada día. Y así muchos dominicanos dicen que se sienten “ciudadanos libres”. Con Dios. (DAG-OJO)
