Que la mayoría de la población dominicana esté compuesta por un conjunto de individuos y familias con cinco y seis generaciones dominicanas continuas, no quiere decir, que, si de pronto esta nación tuviera su mitad poblacional extranjera, por ella, República Dominicana como tal se perdería.
Para entenderlo, solo hay que ver como en la mayoría de las naciones y pueblos del mundo, su grueso poblacional está compuesto por una minoría de sus nacionales y el resto, un amplio segmento de nuevos nacionales, pero de origen extranjero.
Precisemos y para que se nos entienda: estadounidenses de origen extranjero de primera a tercera, generaciones o lo nuevo, que, en materia de elecciones municipales, los extranjeros con residencia legal y como ocurre en EEUU, tienen igualdad de derechos con los propios nacionales y para asuntos estrictamente municipales, es decir de interés común y por lo que muchos dominicanos no nacionalizados estadounidenses u otros sí, han sido electos a curules en las asambleas estatales o son miembros de hecho en los gobiernos municipales.
Aquí en el territorio nacional, de los dientes para aprueba se ven con interés tales casos, pero hasta ahí. Y si de los llamados y que es un invento criollo, “legisladores de ultramar” y aun cuando en la practica tal figura no es del todo constitucional, se ha visto como los legisladores criollos y de alcahuetes y demagogos, han consentido en que sus derechos constitucionales sean disminuidos y siempre y cuando sea para favorecer a los inmigrantes dominicanos en EEUU, pero, hay si se trata de dominicanos de origen haitiano, el mundo y poco que menos, se vendría abajo en un santiamén y el rasgamiento de investiduras sería patético.
NI hablar, de si en Haití su Congreso tuviera haitianos de origen dominicano o haya alcaldes y regidores haitianos de origen dominicano, aunque sí hubo un solo caso, de un haitiano de origen dominicano que llegó a la presidencia del país y porque siempre cuidó de que su apellido paterno (García) se mantuviera a ocultas, nos referimos al caso de René Preval.
Sin embargo, hay una realidad que prácticamente y todos los días aumenta significativamente: Los haitianos de origen dominicano y los dominicanos de origen haitiano y quienes, al momento que fueren políticamente unos votos electoralmente decisivos, obligarán a los extremistas nacionalistas de ambos países, esos que todavía viven en el siglo XVI, a tener que aceptarlos y entender, que la nueva composición ciudadana binacional, será la levadura que hará emerger dos países insulares y vecinos con dos nuevas generaciones cosmopolitas, con el mismo criterio y componente cultural unitario: Internet.
Mientras, el tiempo avanza y viendo que efectivamente los nuevos factores generacionales marcarán a las dos naciones, no podemos menos que decir, que dentro de los próximos 30 años, exactamente para el 2052, estas naciones isleñas empezarán a cohabitar cada una interrelacionada, conectada o fusionada racial y culturalmente con la otra y a partir de tal simbiosis, los dominicanos y los haitianos de fin de siglo, al fin deberán confrontarse ante sus propias realidades y sin odios ni malquerencias, cada una viviendo dentro de sus limites físicos, resguardando y protegiendo su acervo cultural e histórico, pero sabiendo, que como parte del mundo para aquel entonces, en donde todo estará absolutamente interrelacionado y mucho más con las primeras generaciones de origen humano en otros planetas, nada absolutamente nada en cuanto a creencias políticas, religiosas, sociales o culturales, no serán nunca y ni por asomo, parte de lo que la humanidad es ahora.
Un mundo interplanetario en el que y con el metaverso primario de ahora y de muestra con un concepto Dios, entendido como inteligencia artificial, llevará la humanidad a los cambios más espectaculares en su forma de ser, vivir y actuar. Mientras y casi al galope los estadounidenses de origen dominicano o haitiano y al unísono, impondrán la nueva mentalidad común que marcará a sus países con terribles y espectaculares lazos de sangre.
Desde luego, plantear, que como las generaciones actuales no veremos semejante revolución cultural, la misma haya que ponerla en duda, sería lo mismo, que al replantearse lo dominicanos, la concreción de la independencia patria en 1844 y la Restauración de esta, en 1865 y hacerlo con las limitantes mentales que un pequeño grupo de jóvenes soñadores pudieron derribar y sin importar que no eran parte de la clase gobernante de la época, es más que suficiente para comprender, que ahora si es cierto que para el espíritu humano no existe nada imposible y que no se pudiera soñar o plantear.
En este plano, solo hay que saber, que las fronteras mentales y culturales de ahora, son tan profundas y amplias, que hasta quienes cometan el error de tener sus mentes estacionadas en el tiempo, hasta ellos se verán obligados e imperativamente, a entrar y vivir en el mundo real que les empuja a vivir y en un mundo, en el que el día a día no es de horas o minutos y sí de segundos que constante y apabullantemente viven cambiando y tanto, que por un lado la física cuántica se esforzará por explicar o por el otro, que solo con ver la temeraria negación de la realidad que EEUU motoriza, de inventarse una guerra tomando de pretexto a un pequeño país y para ver si trata de detener el paso de la historia que le relegará a una potencia de tercer orden, ante tales enfoques se podría entonces entender y trazar un paralelo sobre la clase de reto sorprendente, que desde ahora y a treinta años luego, la humanidad y de todas las razas, deberá enfrentar, comprender y afrontar.
De este modo y retomando el principio de nuestro sentir, preguntamos: ¿Qué país del mundo ha perdido su identidad o idiosincrasia porque su mayoría poblacional sea extranjera o de origen foráneo? Absolutamente ninguno. Es simplemente, adaptarse, perecer o morir. No hay otra. (DAG)