Por años, amplios sectores de las fuerzas vivas y de la sociedad civil y muy pocos mass media y periodistas, hemos estado demandando una lucha más firme y real contra el narcotráfico, el lavado de activos y las bancas de apuestas y estos, con solidos puntales dentro del mundo de la política y en particular, todo ese ámbito delincuencial al que no son ajenos los partidos políticos y sus legisladores en el Congreso Nacional y todos contando con la complicidad de prácticamente el 60 % del liderato partidario.
En este aspecto las muestras y por años, han sido más que evidentes y para ello solo hay que recordar la primera ola del narco disfrazado de inversionistas dominicanyork de los años 80 y 90 del pasado siglo y como antecedente de esta nueva situación, en la que prácticamente y con propiedad hay que decirlo, en cuanto a que el poder absoluto de la vida de este país y visto desde el Palacio Nacional y el empresariado y su sociedad, parecería que se caracteriza por ser un cómplice directo de todas las formas que adopta el narcotráfico y el lavado de activos y para apoderarse de una sociedad y que con franqueza también hay que decirlo, la sociedad dominicana es parte definida y definitiva de todo ese entramado delincuencial a gran escala de que hablamos.
Con el proceso investigativo de apresamientos cautelares abiertos con el Caso Falcón, sencillamente, lo que estamos viendo, es que la situación ha llegado a unos niveles y limites extraordinariamente tan insoportables, que parecería, que a poco se está de que República Dominicana sea vista como un Estado Narco.
De este modo hay que hablar y que también es la única manera de explicarlo, cuando se conoce, que más del 50 % de la juventud en los barrios periféricos o marginados de nuestras principales ciudades, es parte operativa en las ventas de drogas ilícitas al menudeo y con el agravante, de que estos narcos al detalle, cuentan con el apoyo operativo de la mayoría de los jefes policiales en los cuarteles a cargo de ofrecer seguridad a los ciudadanos que viven en la mayoría de esos barrios populares y estos de los cabezas del narco y el lavado.
¿Por qué sucede esto?, por la explosión emocional que significa para cualquier ciudadano, entender, que solo sí “los grandes” son los dueños del negocio de los narcos, es que puede darse, que empleados de estos sean los que distribuyan la droga y dentro de un amplio canal de comercialización barrial que no tiene parangón.
Y por eso del fenómeno que se suscita y ese silencio cómplice, que clubes y asociaciones de todo tipo en los barrios de nuestras ciudades presentan y ni hablar de la tremenda exposición publicitaria a través de la complicidad directa de los principales mass media escritos dominicanos y sus ramificaciones en la radio y la televisión y recién en las redes sociales, cuyos ejecutores son y el día que esto se investigue muchos se quedarán con las bocas abiertas, cuando salga a la luz, que periodistas y reporteros, así como como productores de radio y televisión, más divas e influyentes de todo tipo y de amplios seguidores sociales, son los mayores enlaces propagandísticos para un negocio ilegal e ilícito como lo es el narco y el lavado de activos a gran escala y cuyas caretas más significativas se tiene en negocios de vendedores de vehículos de motor, bancas de apuestas y estaciones de gasolina.
De lo que estamos hablando, es de que el narco y la delincuencia del lavado de activos han penetrado de una manera brutal en las vidas de quienes vivimos en este país y a un grado tan extremo, de que los mismos gobiernos y el actual tampoco es la excepción, han sido impotentes para resolver la situación y por un hecho cierto que de tan brutal apabulla: Ahora mismo, más de un 20 % de los ingresos por el ITBIS o de la Renta tiene su origen en dineros del narco y de todas las formas y vías asociadas a este y cerca del 15 % de los negocios bancarios tienen la misma raíz.
Es así como provoca burla, escuchar las declaraciones “antinarco” de los principales altos cargos públicos, así como la falta de diligencia de un Poder Judicial, que, en sus entramados más específicos, juega a no dejar pasar alguna oportunidad para caer en lo ilícito. Confirmarlo, solo bastaría investigar los bienes declarados o no que estas personas disponen, para entender el por qué casi ya se puede hablar de que no solo vivimos dentro de un estado delincuente sino de profunda raíz y origen en el narco y el lavado de activos.
Ahora y con el estallido de la operación o caso Falcón, absolutamente nadie puede darse como ajeno a la situación de la que hace tanto tiempo, medios como POR EL OJO DE LA CERRADURA denunciaban con crudeza y que es la única razón, aparte de la política y la represión publicitaria “publico-privada” que nos ahoga y con la finalidad de hacernos callar, que esa prensa quiera mantenernos en el ostracismo más peculiar.
A esta mañana, por ejemplo, medios escritos dentro de la prensa mercancía, hacen como que se desgarran sus vestiduras ante el asombro que dicen embargarles y al conocer los detalles del caso Falcón, cuando y como hipócritas y tartufos, han sido los principales auspiciadores y junto a políticos y empresarios y hasta áreas de la misma banca, de la penetración casi absoluta del narco y el lavado de activos en la vida dominicana.
Sin embargo y gracias a Dios y fundamentalmente como productos de la primera Cumbre de Las Americas, los estados suscribientes y entre ellos el Dominicano con la firma de Joaquín Balaguer y el estadounidense con la de Clinton, suscribieron ese acuerdo, en el que se especifica, que si un estado es víctima del narco, de inmediato los demás deben y pueden ir en su auxilio y sin que ello signifique violación alguna de su soberanía.
Teniendo esa cumbre tan presente, comprendemos porqué la DEA, los guardacostas y las fuerzas armadas estadounidenses desde su Comando Sur, mantienen una vigilancia permanente en toda el área caribeña y en particular en este país y por ello de que la DEA haya prácticamente obligado al ministerio público central e igual a la Policía y a la DNCD y todos sus organismos colaterales, a implicarse de una vez y por todas en esta lucha tan significativa contra el narco y el lavado de activos y para cortar de cuajo la probabilidad, de que esta nación no pueda salir del control extraordinario que la delincuencia del narco y el lavado le tienen y al entenderse, que la incapacidad y aparente incompetencia de la clase gobernante, viene de la complicidad de muchos de sus sectores y principalmente en el empresariado, la industria y la banca y aparte de los partidos políticos y sus lideres y los senadores y diputados que les responden.
Pues para resumirlo, solo hay que decir, que el Caso Falcón es el destape más extraordinario, que por primera vez se está emprendiendo y que coloca manos arriba a toda la llamada sociedad dominicana y a quienes desde el gobierno dirigen los destinos nacionales.
Negar esta situación, sin duda que sería una solemne estupidez y fundamentado en ese sentimiento y creencia, es que decimos que, sin restarle méritos a las autoridades nacionales, lo impactante es darnos cuenta, de que, si la DEA no motoriza la persecución contra el narco o el lavado de activos en su versión Caso Falcón, todavía el ministerio público no estaría actuando con la celeridad de como ahora se le ve. De esta forma y por su ingenuidad, Abinader ha sido colocado entre la espada y la pared. (DAG)