Son muy variadas las hipótesis que sectores a favor o en contra del gobierno venezolano o del político opositor que reclama el poder en Venezuela, han estado emitiendo y desde luego, cada uno presentando y defendiendo sus particulares puntos de vistas.
Sin embargo, la realidad nos dice, que a dos días de la llegada del “presidente electo” a la reunión solicitada con el presidente Luis Abinader, todavía el apoyo dominicano no es nada seguro y mucho menos, cuando tras bastidores, parecería que Maduro está en negociaciones directas con Abinader para retornar a la reapertura de relaciones después del punto muerto del que por razones de la volatilidad de la política, fracturó momentáneamente una relaciones y lazos de amistad muy particulares entre las dos naciones.
Tómese en cuenta, que las autoridades dominicanas han tenido la desconcertante “experiencia” con Guaidó y precisamente debido a la misma, hemos conocido que en el Palacio Nacional todavía no se han decidido por dar un apoyo final y ahora no tanto y por la nueva visión que Abinader tiene, respecto que, en vez de consolidar el mandato de otro, su obligación principal es fortalecer el suyo propio y tener más destreza en el manejo de fichas del ajedrez geopolítico.
Al razonar, se verá que las autoridades dominicanas hacen bien en dejar que todo quede en suspenso y sean las circunstancias las que dicten el paso final y en particular, cuando por lo que hemos sabido, entre dominicanos de poder fáctico, no ha caído nada bien que el presidente electo Donald Trump haya estado enviando mensajes crípticos y como manera de ejercer presión y sobre un Abinader, que hasta donde conocemos y contrario a lo que se pensaba, no tendría el menor interés en que los pedidos de extradición y que reposan en siete expedientes estadounidenses enviados por los canales reglamentarios, no pudieran ser cumplidos.
Al fin y al cabo, hasta el 16 de agosto de 2028, el presidente de este país lo es Luis Abinader y por vía de consecuencia y de acuerdo a las reglas de la democracia representativa y por más obsoleta que estas sean, ningún extranjero y presidente o no, tiene capacidad o derecho de tratar de intervenir groseramente en la política de otro país y que es lo que parece preferiría Trump, quien dicho sea de paso, ahora quiere que Canadá deje de ser un país soberano y pase a asociarse directamente con EEUU como estado 51 y lo que está por ver.
De ahí que no consideremos correcto, que desde medios de comunicación dominicanos o estadounidenses de influencia dominicanyork, se hable como si fuera verdad que Trump condiciona sus relaciones con Abinader a determinadas iniciativas y políticas que tengan que ver con las relaciones bilaterales, cuando para Washington, República Dominicana es un muy importante aliado estratégico al que no se debería poner entre la espada y la pared y al ser clave, en materia de la geopolítica caribeña y como aliado determinante de EEUU.
Sí, es verdad que Abinader ha cometido ciertos errores diplomáticos tácticos, pero ello no significa que estos no pudieran ser salvados y mucho más, cuando una palabra de Abinader y toda la relación de trabajo táctico con la DEA y el Comando Sur pudiera venirse al suelo y con solo que el presidente dominicano le diera un giro a su política pro-estadounidenses. Recuérdese que Abinader concentra en su persona y si se quiere, arbitrariamente, todos los poderes del Estado Dominicano.
Además, y a estas alturas, aquello de que Abinader apoya “ciegamente” la agenda 2030 y todo cuanto desde la ONU se pretenda, parecería que no es cierta del todo y menos, cuando sabemos que áreas del gobierno dominicano no se encuentran nada satisfechas con pasos y decisiones tomados por agencias locales de organismos internacionales y que están afectando y perjudicando las políticas internas dominicanas.
Por otra parte, muchos dominicanos deberían dejarse de suponer que deben presentar a quien quiera escucharles, como si Trump es un “cucu” y hablando en dominicano, cuando lo cierto es, que de este, lo único que en este país se conoce es que se maneja como un formidable vendedor y agente inmobiliario, que sí ha tenido un ojo certero para analizar la política de su país y desde aquel año en que pagó cerca de 90 mil dólares en una página del Times de Nueva York, advirtiendo a la clase gobernante estadounidense sobre las debilidades estructurales que siempre ha entendido que afectan la gobernanza en su país.
Este razonamiento y si se pusiera dentro de una adecuada perspectiva, perfectamente que habría que entender a su vez, que de Trump y Abinader, a quien más le perjudicaría un enfriamiento en las relaciones entre los dos países, sería al estadounidense y mucho más, cuando Trump conoce, que los servicios de inteligencia de su país han cometido errores de bulto en sus operaciones especiales en esta nación y desde las estaciones respectivas de la CIA y la NSA y a propósito de la grave problemática de seguridad que significa la anarquía haitiana.
Entonces y ya que estamos tocando temas de alta seguridad nacional, lo correcto debería de ser, que los dominicanos valoremos en su justa perspectiva el trabajo en política exterior de Abinader y como un jefe de Estado y de Gobierno, que tiene un fuerte poder de decisión último sobre lo que ocurra en el país transfronterizo y proyectado a los intereses dominicanos.
Si esto se hace o se logra, el posible ascenso de Trump al poder y si es el caso que el viernes la sentencia de un juez sobre un caso penal que le envuelve no lo frustra, tiene la misma o parecida dimensión respecto a las pretensiones de una parte de la oposición venezolana que quisiera que Washington presionara a Abinader para que apoyara a Edmundo González, cuando en ese tipo de decisión de Estado, lo que más pesa son los intereses permanentes de este país y aun cuando muchos crean que supuestamente “Abinader no es dominicano y solo sí libanes con raíces paterna árabe y materna haitiana”. Sobre este punto solo hay que ver, que Abinader es un santiaguero de pura cepa y como tal papelero, pero nunca estúpido.
Por eso advertimos, que una cosa es ser recibido como “representante del Movimiento Democrático Venezolano” y otra muy distinta como supuesto “presidente electo”. Si se hace la diferencia, al final, el apoyo dominicano todavía está en veremos. Con Dios. (DAG) 07.01.2024