Un profundo asco es el que ocasiona entre la gente decente, el conocer que un general retirado que había estado involucrado años atrás (1992) en el asesinato de un cabo policial y quien ahora como general retirado despachó de dos disparos de su arma ilegal a otro ciudadano y por un confuso hecho en el que trompones e insultos de parte y parte derivaron en la persecución y asesinato por parte del militar de un joven ciudadano asociado al deporte y los medios de comunicación.
Pero el asco y rechazo también proviene básicamente al conocerse la manera atropellante de como hay periódicos escritos que han estado librando una sospechosa batalla desinformativa tratando de manipular la realidad de los hechos y con miras de que su defendido sea el que mejor salga con “buena prensa” y en lo que parece una caricatura de juicio mediático a destiempo.
Por esa realidad, de que la mayoría de los mass media de la prensa dominicana actúan emocionalmente y no con la objetividad necesaria para contribuir a que los ciudadanos tengan un información veraz y no prejuiciada respecto cualquier tipo de información sobre cualquier hecho escabroso que se suscite, es la razón, de que de buenas a primeras las principales fabricas mediáticas que tienen la concentración de medios en pocas manos y todos propiedad de los no más de 10 “barones mediáticos”, es el factor que ha hecho de las redes sociales como del periodismo ciudadano, la especie de muladar en el que las peores bajezas y pasiones humanas son puestas impunemente a correr.
De esta manera, ese periodismo amarillista que se vive y que solo busca el escándalo más ruin y perverso para alimentar bajas pasiones y los peores instintos dentro de una población básicamente pequeña burgués que solo vive del rumor, el dicterio, la procacidad y como evidencia de su desagradable analfabetismo funcional, parecería que no ofrece espacio para que la racionalidad y el sentido común se imponga y de ahí que la hoguera de pasiones en que se han convertido las vidas de tantos dominicanos resentidos y fracasados, pudiera ser la supuesta imagen “vibrante” de una ciudadanía que no es tal.
Porque vamos a ver, ¿qué gana cualquier medio o periodista o reportero o redactor, distorsionando hechos criminales de suyo escabrosos y cuando lo correcto debería de ser informar secamente y sin prejuicio hacia ningún lado?
En este sentido, basta leer las diversas informaciones periodísticas sobre el lastimoso desencuentro entre un militar retirado y un comunicador y las barbaridades que se han dicho a favor y en contra de los dos involucrados, para entender, que en este país, de libertad de prensa es poco lo que existe y sí habla de todo un proceso disociativo de difamación continua y en el que, pocos medios y periodistas han podido salir indemnes.
Desde luego, a estas alturas no hay medio, periodista o responsable de prensa del que se pudiera decir que efectivamente se ha comportado con la profesionalidad debida y lo que también se entiende y aun cuando parezca contradictorio y dado que el factor humano es el que está inmerso en la situación creada.
Precisamente por ello y porque ya las partes han designado abogados para que les defiendan o sustenten sus puntos de vista, que entendemos que todo cuando de desinformación ha sido servido desde el viernes hasta la noche de ayer, debe cesar de inmediato y con fines de que los involucrados, el imputado como el occiso y este último por sus deudos, puedan disponer del mecanismo de justicia más racional y profesional e incluido el ministerio público, así como el juez actuante.
Al plantear esto, exigimos al mismo tiempo, que todos los medios de la prensa mercancía deben cesar en su guerra desinformativa y también abstenerse de pretender presentar un juicio mediático paralelo, que de hacerse, haría más mal que bien a la misma imagen tan deteriorada del conjunto de la prensa nacional y al remarcarlo, solo pensamos, que las familias de cada uno de los involucrados en el desafortunado hecho, encima de que están afectadas emocionalmente, deberían merecer la compasión publica y mostrada de ahora en adelante, por medio de una serie de informaciones veraces y muy profesionales sobre la tragedia suscitada.
También creemos y como muchos espíritus decentes, que la República no puede seguir siendo víctima del pandillerismo mediático que afecta la profesionalidad del periodismo dominicano, imagen de la que tampoco nos excluimos y por lo que entendemos, que ya es hora de que el juicio de valor moral y la opinión docta y profesional, sean los elementos que deben ser actores principales en el tipo de tragedia vivida.
Al fin y al cabo, este país no puede continuar teniendo un nuevo amanecer y de cada día cargado de enigmas, trampas y acertijos y dentro de la ambivalencia de una política económica, que parecería, que, en su implementación, es más brutal en sus efectos, que todo cuanto de dañino pudiera esperarse del proceso de estancamiento con inflación, que da la impresión de que el pueblo dominicano estuviera inmerso.
En otras palabras, necesitamos tener paz con nosotros mismos y como personas y miembros de la sociedad, que por lo visto esta siendo afectada por la terrible corriente de antivalores que desde todos los sectores de la vida nacional, parecería que ha empezado a entronizarse y lo que debe plantearse, frente a la dura realidad, de que de buenas a primeras, los dominicanos estamos dando la desagradable impresión, de que nos hemos convertido en una especie de sociedad inmoral, en la que el crimen, el asesinato y las muertes por encargos, parecería que no conmocionan a nadie y para colmos, saca del dominicano lo peor de su incivilidad. (DAG)
