Desde que el Tratado de libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA) entró en vigor, muchas de las denominadas “canastas” han sido desgravadas, alcanzando el libre comercio, pero a República Dominicana le sigue preocupando que aún quedan pendientes los productos agrícolas, que por su estado fueron negociados a plazos más largos: de 12, 15 y 20 años.
Uno de los temas que genera mayor nerviosismo es el del arroz, cuya producción, procesamiento y comercialización podrían colocarse en la “cuerda floja” si llegaran a darse importaciones masivas, especialmente desde Estados Unidos donde ese cereal es altamente subsidiado y recibe otros incentivos estatales.
El arroz es el principal producto de la dieta dominicana y un rubro de alta importancia, incluso de tipo político. Una situación negativa en ese renglón afectaría no solo a productores, sino a una amplia cadena que confluye en torno a él. En sentido general, el déficit del comercio de bienes de la economía dominicana con la norteamericana ascendió a la cifra de US$41,619 millones durante la ejecución del convenio multinacional denominado DR-CAFTA, desde marzo de 2007 hasta junio del actual 2021, de acuerdo con cifras que maneja el economista dominicano Luis H. Vargas.
“Ese saldo en rojo resulta de la diferencia entre galopantes importaciones por US$106,482 millones y rezagadas exportaciones del lado dominicano por US$64,863 millones”, calcula Vargas, cuando aborda el tema con el periódico fundado por Trujillo.
Según un estudio que realizó el profesional de la economía, desde marzo de 2007 hasta junio de 2021, la porción relativa del déficit domínico-estadounidense representó el 79.13 % del saldo deficitario total en bienes de Centroamérica y República Dominicana con Estados Unidos (U$S52,599 millones), fruto de importaciones (US$408,525 millones) por arriba de las exportaciones (US$355,926 millones).
Las negociaciones para el DR-CAFTA se realizaron en diferentes fases, las cuales se clasificaron con letras, que se conocen como canastas, y cada una de ellas representa un tiempo determinado o modalidad de desgravación o de liberación de pago de impuestos.
Las categorías D y O, que comprenden aproximadamente 140 líneas arancelarias, las cuales están compuestas por productos como cebolla, ajo, queso cheddar, maíz, embutidos, carne y guarnición de res, cortes de cerdo, yuca, batata, bananos, habichuelas y harina de trigo estaban sujetas a alcanzar el libre comercio en 2020. Cuando eso ocurre significa que de las naciones miembros del DR-CAFTA esos bienes alimenticios pueden entrar por los puertos sin pagar, y pueden incluso, comercializarse internamente más baratos que los generados en tierras dominicanas. No sería extraño que eso ocurra, tomando en cuenta que hay naciones con costos de producción más bajos que República Dominicana, lo que permite que –incluso sumándole el flete de traerlos– esos bienes comestibles importados se puedan ofertar a costos más reducidos que los de “factura nacional”.
Los plazos se vencen
En 2025 todas las líneas arancelarias que fueron negociadas en el tratado tendrán 0 % de arancel. Entre ellas están el arroz, el pollo y la leche en polvo. Son rubros muy sensibles, de gran demanda.
El DR-CAFTA entró en vigor para República Dominicana el día primero de marzo de 2007. De acuerdo con datos de la Dirección General de Política y Legislación Tributaria, del Ministerio de Hacienda (octubre 2007), el acuerdo implicó en lo inmediato la desgravación del 80 % del volumen de comercio, que representaba para ese momento el 77 % de las líneas arancelarias a ocho dígitos, de un universo de 6,831 subpartidas del Sistema Armonizado (SA), respecto a las importaciones originarias de los Estados Unidos.
En 2016 se presentó un estudio intitulado “Evaluación del Desempeño Comercial y Retos Futuros en el DR-CAFTA a los 10 años de su Firma”, realizada por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), que fue comentado en la sede de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD).
En los primeros diez años del DR-CAFTA las exportaciones dominicanas a los Estados Unidos se diversificaron, pero en términos agregados no crecieron.
Se apreció un dinamismo exportador en sectores y productos específicos, tanto agrícolas como industriales, pero en términos agregados las importaciones crecieron en esos dos lustros a un nivel mayor, lo que contribuyó a un deterioro de la balanza comercial.
Sin embargo, esa y otras investigaciones han dejado claro un punto importante. “El acuerdo ha influenciado en mejorar el clima de negocios del país, vía reformas y cambios estructurales, mejorando los elementos de facilitación de comercio y ha servido para la atracción de inversiones. Ello no quiere decir que haya mejorado de forma importante los niveles de competitividad relativa del país, indicó el estudio del Ministerio de Economía de 2016.
Para entonces, los países centroamericanos reflejaban un desempeño más dinámico en términos de sus exportaciones, aunque mantenían un mayor nivel de concentración sectorial, lo cual les crea mayores vulnerabilidades. La República Dominicana es el país más diversificado en términos de sus exportaciones a los Estados Unidos, indicó la citada investigación.
Fue en 2003 cuando República Dominicana se adhirió al proceso de negociación para el establecimiento del tratado de libre comercio entre los cinco países de Centroamérica y los Estados Unidos. Ese proceso culminó el 5 de agosto del 2004, con la suscripción del DR-CAFTA y fue puesto en vigencia el 1 de marzo del 2006 para varios países de la región y un año más tarde para República Dominicana.
Mientras en el 2005 (previo a su membresía en el DR-CAFTA) la República Dominicana exportó US$4,477 millones a los Estados Unidos, en el 2014 exportó US$4,461 millones, prácticamente lo mismo. En ese mismo periodo las exportaciones de confecciones textiles pasaron de US$1,921 millones a apenas US$851 millones. Esto contrastaba con un crecimiento de las exportaciones agrícolas y agroindustriales de US$479 millones a US$917 millones, y del resto de los productos industriales de US$2,077 millones a US$2,285 millones. Se aprecia un cambio en la matriz exportadora, más diversificada y menos dependiente en productos textiles, así como un dinamismo en una serie de productos específicos.