El clima y los países ricos

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Nunca he sido negacionista, por lo que no dudo del efecto que tiene sobre el planeta el acelerado proceso de industrialización que vivimos desde la Revolución Industrial. Hasta ese momento era irrelevante, pero el mundo se llenó de industrias contaminantes, una explosión demográfica que ha sido impresionante y unas ciudades que han ido creciendo exponencialmente hasta el punto de que varias de ellas son más grandes que algunos países.

A la insensibilidad de entonces, porque no importaba verter los desechos en los ríos y mares o lanzar a la atmósfera los gases tóxicos, hemos pasado a una lógica preocupación porque nos jugamos el futuro de nuestros hijos y de las generaciones venideras. Las revoluciones económicas, industriales y económicas han mejorado la calidad de vida de los ciudadanos.

Es cierto que se produjeron enormes injusticias sociales, pero la Historia de la Humanidad lo es de una sucesión ininterrumpida de ellas con momentos encomiables hasta que se fueron extendiendo las ideas de libertad e igualdad. Hay mucho todavía que hacer sobre esta materia en numerosos países, pero es indudable que hemos avanzado desde los tiempos del Antiguo Régimen, utilizando el este concepto eurocentrista que nos sirve para el resto del planeta. Lo nuevo es espectacularmente mejor que lo antiguo.

Las diferencias entre países son abismales. Nosotros vivimos en la UE, que es la zona más rica del mundo, y gozamos de un nivel de vida envidiable. Los que no tienen esta fortuna carecen de los recursos para mostrar esa sensibilidad a flor de piel que tenemos en el primer mundo. Centenares de millones de seres humanos se limitan a luchar por su supervivencia.

Los privilegiados ciudadanos de los países ricos no estamos dispuestos a hacer ningún sacrificio, salvo utilizar el moderno sistema de beneficencia estatal hacia los más desfavorecidos. Otra cosa muy distinta es cuando puede afectar a nuestro nivel de vida. Lo estamos viendo con el infundado temor a un gran apagón. En cambio, en esos países no tienen esa preocupación, porque en muchas zonas no tienen ni los servicios básicos.

Las cumbres sobre el clima siempre me han parecido la máxima expresión de la hipocresía de los países más desarrollados y una gran oportunidad para el populismo arrogante y paternalista de sus líderes. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]