Esta bien que Participación Ciudadana y la Marcha Verde, sean unos aliados estrechos del gobierno y que uno de los funcionarios gubernamentales en el exterior, es una especie de propietario at large de ambas entidades, pero de ahí a pronunciarse e inmiscuirse en asuntos de Estado propios del Poder Ejecutivo y en lo que toca al ministerio de Relaciones Exteriores, nos parece un exceso que la misma Cancillería no debería pasar por alto.
¿Quién le ha dicho al embajador Juan Bolívar Díaz, quien no es de carrera y sí que está en el cargo por política y amiguismo con el presidente Abinader, que él tiene derecho a tratar de trazarle pautas al gobierno en lo relativo a su política sobre Haití y como acaba de hacer, al decir que no se continue con un “discurso y políticas que promuevan el odio contra Haití"?
¿Acaso el susodicho, quien tiene un ingreso mensual de 50 mil euros más gastos de su oficina, entenderá, que como él nació en un batey cercano a San Pedro de Macorís, los dominicanos tenemos que cerrar los ojos y también nuestros oídos ante los insultos, diatribas y desafíos que nos vienen desde el occidente de la isla y simplemente porque el gobierno advirtió que el canal de riego, en realidad de desvío de aguas y que los haitianos construyen en el trecho de los 2.5 kilómetros de aguas abajo del río Masacre y que penetran en aquella nación y sin ningún tipo de resguardo tecnológico correcto, en algún momento podría ser un obstáculo en las tierras fronterizas?
Toda su vida de supuesto socialista, comunista o izquierdista (Etiquetas que usa según su conveniencia y siempre ocultando que es un furibundo anti yanquista) este señor se ha caracterizado por ser un farsante de opinión y lo que ahora muestra con sus actuaciones siempre tan huidizas. Sabemos que en el Gobierno no le dirán nada. Pero lo decimos y para que conste en acta. (DAG-OJO)
