¿Es el sistema de defensa aérea ruso Buk-M3 el asesino de los HIMARS que Estados Unidos entregó a Ucrania?

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Entre todo el material militar que las potencias occidentales están entregando a las fuerzas armadas ucranianas para hacer frente a la invasión rusa de su territorio, destacan por su papel determinante los HIMARS, un sistema de lanzamisiles múltiple ligero montado en un camión desarrollado en Estados Unidos, capaz de cargar seis cohetes o un Army Tactical Missile System (ATACMS), misiles de la nueva familia de misiles tácticos medianos del Ejército de Estados Unidos.

Se monta en una línea de vehículos de 5 toneladas, y, al ir montado sobre un chasis con ruedas en lugar de orugas, ofrece una capacidad única emplazar, disparar, reubicar y realizar recargas en cuestión de minutos, lo que reduce drásticamente la capacidad de un adversario para localizar y apuntar a uno de esos sistemas. El vehículo tiene un peso total de unos 11.000 kilogramos, prácticamente la mitad que su equivalente M270.

Su uso por el Ejército ucraniano se está convirtiendo en una pesadilla para Rusia, que está viendo cómo alcanzan sus almacenes de armas y reservas de combustible y lubricantes situados en la retaguardia, lo que afecta a su operatividad. HIMARS ofrece ataques de precisión asequibles, rápidos y de largo alcance, una capacidad de disparo y desplazamiento que mejora la supervivencia de la tripulación y la plataforma en entornos de alta amenaza y tiene un alcance probado de hasta 300 km. Se están usando, fundamentalmente proyectiles M31A1, de pequeño tamaño.

Ante esta situación, ¿qué está haciendo Rusia? Pues, tras el desconcierto inicial, en las últimas semanas sus fuerzas armadas han cambiado sus tácticas.

En el teatro de operaciones del Donbás, la integración de la vigilancia óptica y electrónica aerotransportada realizada por las Fuerzas Aeroespaciales Rusas, así como las plataformas de ataque multipropósito de las Fuerzas Aeroespaciales y de las Terrestres, en un solo “campo de información” ha demostrado ser fructífero.

Cada vez se utilizan más drones de reconocimiento equipados con óptica de alta resolución. Estos vehículos aéreos no tripulados ayudan a identificar la artillería enemiga. Una vez que se fija la ubicación de las piezas, incluidos los HIMARS y otras plataformas de lanzacohetes, los drones de reconocimiento transmiten la geolocalización al centro de operaciones de comando. Luego se lanzan municiones merodeadoras o un proyectil de artillería y se logra un impacto certero.

A medida que el dron kamikaze se acerca a su área de destino, puede recibir coordenadas de destino actualizadas a través de su cadena de operadores.

Las fuerzas armadas ucranianas han utilizado exactamente las mismas tácticas desde el comienzo de la guerra. La diferencia es que Ucrania recibió drones de reconocimiento de calidad de sus socios mientras que los que utilizaron los rusos, especialmente el Orlan-10, fueron mucho más imprecisos.

El papel de los sistema Buk-M2 y Buk-M3

Aquí es donde entran en juegos los sistemas rusos de misiles Buk-M2 y Buk-M3. Esta misma semana, el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa ha publicado imágenes de estos sistemas de misiles de defensa aérea del Distrito Militar Central (CMD) en acción de combate conjunta dentro de la “operación militar especial”, tal y como llaman a la invasión de Ucrania.

Las tripulaciones del sistema de defensa aérea forman parte del sistema de fuego conjunto y operan de acuerdo con el tipo y la distancia del objetivo aéreo enemigo. Las rampas de lanzamiento de los sistemas de defensa aérea Buk-M2 destruyen aviones, helicópteros y proyectiles de los sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple HIMARS a distancias de unos 40 km. Los sistemas Buk-M3, con un canal monofuncional que detecta 36 objetivos enemigos simultáneamente, proporcionan la detección y destrucción del poderío aéreo hostil en aproximaciones distantes a instalaciones protegidas. La operación conjunta de los sistemas de defensa aérea permite crear un área de defensa aérea de múltiples capas y reducir al máximo la efectividad del ataque aéreo del enemigo.

“Las tripulaciones de los sistemas CMD Buk-M3 y Buk-M2 detectan, rastrean y destruyen las aeronaves, brindando un apoyo aéreo confiable a las posiciones de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, así como a las instalaciones administrativas e industriales más importantes de las nuevas regiones de Rusia”, explican las fuentes oficiales.

Un operador de Buk-M3 de la República Popular de Lugansk entrevistado por el diario ruso Izvestia afirmó que el sistema podría rastrear los proyectiles lanzados desde el sistema HIMARS y luego eliminar el sistema HIMARS en tierra con un solo misil Buk-M3. Este militar asegura que su Buk-M3 puede localizar un HIMARS MLRS ucraniano si rastrea los proyectiles que ha disparado. De esta forma, una parte de los 36 canales de seguimiento del Buk-M3 se activan y el sistema extrapola la ubicación exacta del lanzador. Paralelamente, un dron de reconocimiento también puede dirigirse fácilmente al área marcada por el sistema para confirmar la geolocalización del sistema lanzacohetes.

Un misil Buk-M3 golpea a su objetivo utilizando la guía de comando, la localización activa o una combinación de ambos. El misil está equipado con una ojiva de explosión direccional.

Así actúan los sistemas Buk-M3 y sus misiles 9M317MA

Según el medio Frontier India, “comenzando con los parámetros conocidos de los radares y las características del sistema de guía de misiles antiaéreos de este sistema de defensa aérea, así como el rendimiento de vuelo y las características electrodinámicas de los misiles guiados M31A1 GMLRS para ser interceptados, los rusos analizaron las capacidades del Buk-M3 para contrarrestar estos proyectiles M31A1″.