espionaje de la historia

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El mayor centro de vigilancia de la historia, capaz de interceptar tus llamadas, mails y búsquedas de Google, está a punto de ver la luz en el desierto de Utah. Vigila lo que cuentas.

La pequeña población de Bluffdale (EEUU) ya no solo es noticia por albergar la base de una de las mayores sectas polígamas de América. Los 9.000 integrantes de la iglesia mormona de los Hermanos Apostólicos Unidos han visto mermar su notoriedad frente a la llegada nuevos inquilinos.

Los recién llegados no están interesados en descifrar mensajes bíblicos o religiosos. Su objetivo es interceptar, descifrar, analizar y almacenar las imágenes y palabras que se transmitan por todas las redes del planeta.

Una misión que vió la luz en septiembre de 2013, cuando EEUU se estrenó el Utah Data Center, el mayor centro de espionaje de la historia. Una súper caja negra capaz de almacenar yottabytes de datos, llamadas, emails privados y búsquedas de Google. Una vez construída, será cinco veces más grande que el Capitolio de EEUU.

Con un presupuesto de dos billones de dólares, el fortín de espionaje también es capaz de rastrear toda serie de información personal: recibos de parking, itinerarios de viaje, compras de libros y cualquier rastro digital que imprimas en la red.

Tus datos, junto a otros trillones de fotos y palabras, serán interceptados por el supercentro que ultima la NSA (National Security Agency o, como muchos apodan, “Never Say Anything”).

Si hace veinte años el periodista escocés Duncan Campbell destapó al mundo la realidad de Echelon –un sistema creado por Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido para rastrear las telecomunicaciones desde satélites, submarinos, torres de captación y otros dispositivos–, ahora es el periodista americano James Bamford el que transforma en ‘hechos’ todos los mitos y teorías conspiracionistas sobre la nula privacidad en la era digital.

Su último libro, The Shadow Factory: The NSA from 9/11 to the Eavesdropping on America, es una extensa y detallada investigación en la que desvela cómo EEUU, tras los cambios legislativos que propiciaron los ataques del 11 de septiembre de 2011, ha logrado erigir un imperio de espionaje nunca visto escudándose en la lucha contra el terrorismo.

El centro de Bluffdale no solo accederá a tus datos más personales. Las verdaderas intenciones de este Gran Hermano 2.0, según explicó un oficial de inteligencia al autor, se encuentran en poder descifrar y manejar códigos encriptados de información financiera, acuerdos empresariales, secretos militares y diplomáticos del extranjero, documentos legales o comunicaciones confidenciales.

Nada escapará a la supercomputadora, que accederá a la denominada “web invisible” o “deepnet”, es decir, datos que no están accesibles al público y que transitan por las redes lejos del tránsito de un usuario medio.

Para poder llevarlo a cabo, el Utah Data Center cuenta con un sistema de seguridad de altos vuelos: un programa de 10 millones de dólares de protección antiterrorista (que incluye una valla diseñada para parar un vehículo de 6 toneladas de peso que circule a 80 kilómetros por hora), sofisticados circuitos de cámaras de vigilancia, un sistema de identificación biométrica y un centro de acceso de personal que ha costado nueve millones de dólares para verificar que sólo las personas autorizadas tienen el acceso permitido.

En su interior, más de 90.000 metros cuadrados de superficie, divididos en ocho diferentes áreas: el centro de control de visitantes, administración, data halls (cuatro bloques de dos mil metros cuadrados cada uno en los que habrá cientos y cientos de servidores), backups y tanques de gasolina para poder suministrar energía por lo menos tres días en caso de fallo energético, un bloque de almacenamiento de agua capaz de bombear seis millones de litros de agua al día, una planta de refrigeración que contendrá casi 60.000 toneladas de equipo para evitar el sobrecalentamiento de los servidores, su propia subestación energética y la potente valla de seguridad anteriormente mencionada que rodeará el perímetro del centro.

En unos meses, este centro se ha convertido en la “nube” de la red de espionaje del NSA. Bamford asegura que una vez esté operativo, se podrá alimentar de datos recogidos por los satélites de espionaje de la agencia en el extranjero, puestos de escucha y salas secretas de vigilancia en las instalaciones de telecomunicaciones en todo los EE.UU.

La NSA tiene bases repartidas por todo el territorio. En Texas interceptan datos de Latinoámerica, Europa y el Medio Oriente. En Georgia hacen lo propio con comunicaciones de Europa, Medio Orietne y el Norte de África. La base de Colorado está especializada en sátelites geoestacionarios y en Oahu (Hawaii) interceptan comunicaciones de Asia.

El Utah Data Center se encarga de aunar todos estos datos en su servidor para que, en la base de la NSA, emplazada en FortMeade (Maryland), los analistas de la agencia elaboren informes y recomendaciones que se enviarán a la Casa Blanca y al Pentágono. Todo un entramado millonario para alzarse con los secretos de las comunicaciones a una escala global.

A pesar de que el libro de Bamford lleva más de tres años en el mercado (y había publicado algunos artículos sobre el espionaje antiterrorista), su investigación no tomó especial relevancia hasta que la revista Wired decidió colocar al Utah Datah Center en su portada del pasado mes de abril.

En EEUU se levantó una fuerte polvareda mediática y hasta el director de la NSA, Keith Alexander, tuvo que contestar una serie de preguntas en el Congreso en relación con la investigación del periodista. La agencia, como era de esperar, lo negó todo.

Ya Bluffdale empezó a funcionar. Mientras tanto, su construcción y la información que atañe a sus características sigue bajo máximo secreto. Vigila lo que cuentas y escribes, puede que tus llamadas y mails dejen de ser privados y acaben en un servidor del desierto de Utah. Orwell, como todos preveíamos, no iba tan desencaminado.

Mientras tanto, su construcción y la información que atañe a sus características sigue bajo máximo secreto. Vigila lo que cuentas y escribes, puede que tus llamadas y mails dejen de ser privados y acaben en un servidor del desierto de Utah. Orwell, como todos preveíamos, no iba tan desencaminado..

Mientras tanto, su construcción y la información que atañe a sus características sigue bajo máximo secreto. Vigila lo que cuentas y escribes, puede que tus llamadas y mails dejen de ser privados y acaben en un servidor del desierto de Utah. Orwell, como todos preveíamos, no iba tan desencaminado. [Yorokobu Versión OJO].

Imagen de Wikimedia Commons reproducida bajo licencia CC.