¿Hasta donde la prensa nacional cumple su rol de contrapeso de todos los poderes públicos y privados, cuando sus medios y en la mayoría de los casos, son propiedad de corporaciones, bancos y empresarios y hasta de políticos? De ahí la base para la corrupción existente

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Si hablamos de los últimos 17 años y partimos desde el momento que para el primero de octubre de 2004 y en espacio pagado, el Banco Popular le salió al paso a la publicación que desde el principal matutino del Grupo Corripio, se decía que este había vendido el matutino El Caribe a otro grupo económico, el Hazoury y al mismo tiempo, el BP revelaba la composición accionaria del matutino fundado y financiado por Trujillo, más su agregado televisivo y electrónico CDN Canal 37 y que el referido centro financiero había adquirido de su último dueño, el periodista Germán Emilio Ornes Coiscu, se puede plantear la radiografía exacta del por qué la mayoría de los mass media dominicanos, en sus informaciones no dependen de la verdad y sí de las transacciones económicas y financieras de sus dueños.

Aparte, de que se hace el descubrimiento, que hasta aquella fecha, era ignorado por la generalidad de la población como de la clase media, que los ricos y sus conglomerados se habían dividido y en su guerra por apoderarse de la mayor cantidad de mass media, que y como se ha visto, les facilitara el dominio de la atrapada opinión pública, así como el descalabro total de la libertad de prensa reconvertida como libertad de prensa a favor de la empresa mediática y como factor de presión absoluto para acorralar a la sociedad y vulnerar los partidos políticos y al extremo, de que a este día, estos se han convertido en parte de la partidocracia que solo sirve a quienes les financian y son dueños de toda esa prensa.

Descubriéndose, que hay barones mediáticos de años atrás o “tradicionales”, que se entendían los dueños del monopolio de la palabra, la información y el periodismo impreso, electrónico y ya en internet, frente a lo nuevo de los barones mediáticos emergentes, compuestos precisamente por quienes son parte accionaria preponderante de los medios que el referido banco reclama como suyos.

De esta suerte, nos encontramos, que el BP es mayorista accionario en El Caribe, canal 37, las emisoras Supermix FM y la Mexcla FM y en cuya composición accionaria participan, el Grupo Punta Cana, Induban, Sandy Beach Investmet y Grupo Ámbar, “entre otros”. Mientras que su competencia, es poseedora de los principales holdings mediáticos, capitaneados a este martes 10 de agosto de 2021, por el Listín Diario, Hoy y Diario Libre y en los que para mayor INRI contra las libertades de prensa, información y conciencia, disponen de un amplio tinglado de esa mezcla “envolvente y pantanosa” de sus redes sociales, junto a la presencia de líderes políticos “de prestigio” y millonarios, con paquetes de acciones entre un 5-15 %, dándose de este modo el cruce de maco con cacata de que hablábamos para los años ochenta del pasado siglo  en nuestro entonces periódico semanal del mismo nombre de nuestros medios.

Es decir, la República no dispone de medios de prensa auténticamente libres y mucho menos redacciones periodísticas servidas por profesionales de la comunicación, el análisis y la información y de criterio profesional absolutamente libre en lo informativo profesional, salvo medios digitales como POR EL OJO DE LA CERRADURA y lo que ha generado, que periodistas y maestros del periodismo y aunque sea feo decirlo, como Daniel Adriano Gómez y tantos otros periodistas y maestros del periodismo de amplia data, hemos sido excluidos de todos los medios corporativos escritos y electrónicos y para que el empresariado solo se acomodara con ese periodismo burocratizado y genuflexo y que en líneas generales, le sirve a los grupos corporativos y que encadena la palabra libre dentro de un manto de autocensura que debería avergonzarles, al tiempo que los gobiernos se felicitan y se auto benefician de no tener ningún tipo de critica independiente y que es el factor que impulsa la corrupción ¿endémica? que se vive.

Cuando en Estados Unidos de América, The Washington Post, la familia dueña anunció que lo había vendido al multimillonario con intereses planetarios, del ingeniero en computación, Jeff Bezos (Patrimonio neto: 193,3 miles de millones USD a 2021) fue motivo más que suficiente, para que los sindicatos periodísticos de la empresa y de todo aquel país, se preocuparan por la transacción y en cuanto a que tan poderoso mega millonario no quisiera afectar la libertad de redacción, política y social de sus periodistas y analistas.

Bezos, debió sentarse con todos estos y ofrecer garantías sobradas, no solo de que él no se inmiscuiría ni en la dirección y tampoco en la redacción del diario, sino que no trazaría pautas en función de sus vastos intereses. Por lo que se ha comprobado, cumplió a rajatablas y el Post ha continuado su existencia dentro de los mismos parámetros de libertad informativa e integridad moral que siempre le han distinguido.

 ¿Por qué ocurrió semejante debate? Por la alta calidad moral de los periodistas, redactores y editorialistas, quienes, sin cuestionar la transacción financiera desde el punto de vista económico, sólo se preocupaban porque su periódico no perdiera su libertad de información y, por lo tanto, la libertad de prensa y de opinión que siempre ha ejercido y de las que se temía pudieran desaparecer. ¿Podría decirse que semejante comportamiento podría encontrarse en todas las redacciones periodísticas dominicanas pertenecientes a los barones mediáticos? Hasta ahora, nunca.

Aquí y bueno conocerlo, el periodismo y salvo la prensa digital independiente perteneciente o responsabilidad de sus periodistas, la que se ejerce, es una para que el público no se entere de todo lo que ocurre y sí de los necesario y de acuerdo con los intereses corporativos y políticos a los que sus redacciones se deben y cuyos integrantes y en gran mayoría han perdido la moral profesional más que necesaria. Por eso de que lo liviano, frívolo, dicterios y chismes, son sus parámetros de trabajo y ahora aumentados a más, con el uso y para distracción de las masas, del estercolero de las redes sociales que ellos manejan y controlan.

Desde luego, estamos conscientes y no criticamos el derecho de todo ciudadano a ejercer la libre expresión y difusión de su pensamiento, pero tampoco podemos aceptar, que las libertades de desistimiento y de crítica, sean vulneradas por quienes y abusivamente, se entienden los dueños de las opiniones de los demás y para colmos, comportándose atrevidamente como los carceleros de la moral pública.

Por ejemplo, ¿quiénes de esa prensa hipotecada, recuerdan aquello que se publicó el miércoles 16 de febrero de 2005 y precisamente en El Caribe y a gran titular en su primera plana, de: “Empresarios: Metro no es obra prioritaria. Aseguran que es momento de ahorro y de reducir costos y gastos”?, por lo simple, toda esa prensa silenció la información aludida y que para nosotros es la muestra decisiva de las críticas que le formulamos.

Así como también ¿quién recuerda el primer número de “Pueblo en Marcha”, tabloide que en sus 32 páginas revelaba la terrible corrupción de los gobiernos de Leonel Fernández y que fuera silenciada por todo el resto de la prensa en todo el país, esa de los barones mediáticos y que nos obliga a plantear: ¿Hasta dónde la prensa nacional cumple su rol de contrapeso de todos los poderes públicos y privados, cuando sus medios y en la mayoría de los casos, son propiedad de corporaciones, bancos y empresarios y hasta de políticos? De ahí la base para la corrupción existente. (DAG)