De buenas a primeras la exvicepresidenta Margarita Cedeño Lizardo a agitado el ambiente político con su revelación en la tele y de esta tarde, de que al momento de divorciarse hace unos meses, tenía cinco años separada de su esposo Leonel Fernández y para que nadie dude de lo que dijo, señaló que no mantenían relaciones de sexo durante ese lapso y lo que hace entender, que era un matrimonio muerto, pero que ella y por razones de cálculo político callaba.
¿Qué tan buena puede ser esta política, que de manera tan desconsiderada aviva toda clase de rumor sobre la virilidad de su exesposo, al tiempo que se muestra como una mentirosa que hace creer lo que no es? ¿Y los besos aquellos y los arrumacos en campaña? ¡Hay que subirle el vidrio! (DAG-Ojo)