No se entiende, que después de un gran escándalo mediático propiciado por coloridas muestras de publicidad complaciente y respecto a un sonado caso de supuesto tráfico de armas de guerra, de buenas a primeras, la juez de la oficina de atención permanente en el distrito judicial de Santiago, hubiese emitido una decisión por la que dos implicados en la operación denominada KAF, que supuestamente se dedicaban al tráfico de armas, quedaron en libertad pura y simple y el pago de una garantía económica concerniente a 300 mil pesos, más presentación periódica.
¿Qué ocurrió para que la magistrada tomara una decisión nada congruente con el escándalo mediático que se creó y por el cual, todo el mundo llegó a creer que se trataba de un insólito caso de trafico de armas de guerra a gran escala? Si por las viperinas fuera, hasta la propia honorabilidad de la juez podría quedar en entredicho.
Sin embargo, llama la atención, que durante un mes los imputados estuvieron detenidos en la cárcel del Palacio de Justicia de Santiago y que se supone era un tiempo más que suficiente para que los cargos emitidos sobre las responsabilidades de estos hubiesen sido dilucidados, máxime cuando el ministerio público había solicitado “18 meses de prisión preventiva y la declaratoria del caso como complejo por tráfico de armas de fuegos y distribución de armas controladas”.
Siempre se ha dicho que en el Cibao y mayormente, operan mafias criminales con apoyos de uniformados y cierta complicidad mediática y las que cuando se hacen sentir, este es el tipo de resultado que a la nación se le presenta. No vamos a decir más y solo decir que son muchos los años de ejercicio como para creernos el primer cuento de camino que se nos presente. (DAG)